En los preliminares de la final del Mundial de Clubes FIFA 2025™, que disputarán el Chelsea y el Paris Saint-Germain, la FIFA recuerda el paso de Ousmane Dembélé por el Évreux y el Rennes.
El Paris Saint-Germain ha reunido un grupo de estrellas impresionantes, pero una de ellas brilla con más fuerza que el resto: Ousmane Dembélé. El atacante francés, que ha ofrecido una temporada fantástica, se dispone a disputar este domingo la final del Mundial de Clubes FIFA 2025™ contra el Chelsea FC. Si la gana, el jugador, de 28 años, podrá contemplar su obra con el orgullo y la satisfacción de haber llegado a lo más alto desde sus primeros pasos en el Évreux.
En el club de la ciudad homónima de Normandía, el reciente campeón de Europa descubrió su gran pasión: el fútbol. Romaric Bultel, uno de sus entrenadores en el Évreux FC 27 recuerda bien a aquel niño “locuaz, muy extrovertido para su edad y muy gracioso”.
“Cuando lo conocí, Ousmane era un niño, pero se llevaba bien con todo el mundo y hablaba con todos, aunque no fueran de su edad —ha explicado Bultel a la FIFA—. Estaba siempre en el estadio con un balón. Para él, era pasión. Su balón era su compañero, su amigo. No lo soltaba, como ahora no se suelta un móvil. Era como un niño con un juguete”.
Romaric Bultel entrenó a Dembélé en la categoría sub-14, un grupo de edad superior al suyo. Sin embargo, el muchacho rindió a las mil maravillas, incluso contra jugadores dos años mayores que él, con una técnica fabulosa. No obstante, sus entrenadores de aquella época afirman que no la aprendió de ellos.
“Siempre la tuvo” —prosigue Romaric Bultel, quien no se explica cómo el actual jugador del PSG pudo desarrollar aquel talento—.
“Antes de conocerlo, lo vi hacer cosas que recordaré toda la vida. Tenía manos en lugar de pies. Era delgadito, poca cosa, nada musculoso y no muy rápido. Pero técnicamente… Nunca había visto ni he vuelto a ver un niño con semejante talento y nivel técnico. Tenía una técnica impresionante y además innata”.
En un momento dado, el EFC 27 se le quedó pequeño y, si bien algunos equipos como Le Havre AC o el SM Caen querían ficharlo, a los 13 años, el joven francés decidió continuar su formación en el club donde se habían curtido futbolistas como Camavinga, Raphinha o Doué: el Stade Rennais. Por lo tanto, siguió formándose cerca de casa y no tardó en captar la atención de Philippe Montanier, el entrenador del primer equipo del club en aquel entonces.
“Tanto el director de la entidad como yo siempre observábamos la cantera y a los jugadores con gran potencial —afirma el técnico de 60 años a la FIFA—. Cuando contábamos con jugadores con mucho potencial, les invitábamos a asistir de manera parcial al entrenamiento. Fue el caso de Ousmane que, en ese entonces, ya destacaba. Era una de las grandes promesas de su generación”.
Philippe Montanier sentía un gran afecto hacia el joven talento, ya que ambos habían nacido en Normandía, en el pueblo de Vernon, e incluso habían empezado a jugar al fútbol en el mismo lugar, el barrio de La Madeleine, en Évreux. “Había cierta complicidad entre nosotros, por lo que yo le prestaba especial atención” —añade el entrenador—.
“Incluso en Rennes, donde había otros jóvenes con una gran carrera por delante, Dembélé seguía despuntando. Lo que más destacaba era su capacidad para desmarcarse con facilidad y que era ambidiestro. Me acuerdo de que lo vi jugar en la cantera y sacar un córner primero con la derecha y, poco después, otro con la izquierda. Se sentía muy cómodo jugando con los dos pies, se movía mucho y corría rápido, con o sin el balón. Era un joven bastante delgado, pero aguantaba bien las pugnas”.
Philippe Montanier, ganador de la Copa de Francia de 2023 con el Toulouse FC, ha visto las proezas de Ousmane en el Mundial de Clubes. El entrenador, que está en busca de un nuevo proyecto, elogia los avances logrados por el joven jugador desde que se estrenase en el mundo del fútbol profesional el 6 de noviembre de 2015, en un partido contra el Angers SCO (2-2). Solo dos semanas más tarde, con apenas 18 años, el jugador disputó su segundo partido como profesional en Burdeos (2-2) y marcó su primer gol.
“Quería asegurarme de que estuviera bien integrado —concluye el entrenador del Rennes—. Dos o tres jugadores lo tomaron bajo su ala porque es un chico muy sensible, aunque con una gran personalidad. No dudaba en alzar la voz. Me acuerdo de un partido contra el Lorient, en el que tuvimos una situación difícil en el descanso, y fue él principalmente quien se enfadó”.
El exguardameta también recuerda una ocasión en la que, a pesar de su juventud, Dembelé insistió en lanzar un penalti. “Como es habitual en las grandes estrellas, siempre ha tenido mucho carácter, aunque ha priorizado el equipo. Lo digo en sentido positivo: tenía una personalidad fuerte y sabía cómo motivar a sus compañeros y hacerles reaccionar”.
En 2015, Philippe Montanier ya había tenido ocasión de descubrir jugadores que a la postre ganarían el Mundial. Antes de tomar las riendas del Rennes en 2013, el técnico francés había visto eclosionar el talento de Antoine Griezmann durante su etapa en la Real Sociedad. Montanier recuerda con especial cariño un momento que vivió unas semanas antes de que ambos futbolistas se proclamaran campeones en Rusia 2018.
“Por aquel entonces yo trabajaba en la Federación Francesa de Fútbol, por lo que fui a Clairefontaine para verles entrenar. Los dos vinieron a saludarme. Son unos chicos estupendos con una gran mentalidad. Es un placer entrenar a jugadores así”.
En relación con Dembélé, la gran pregunta es la siguiente: ¿sabían sus entrenadores —antes de que fichara por el Dortmund, luego por el Barcelona y antes de que brillara tanto en el Paris Saint-Germain—, que se convertiría en uno de los mejores jugadores del planeta?
“Ousmane es uno entre mil. El tipo de jugador que todo el mundo querría en su equipo —afirma Romaric Bultel—. Cuando llegó al club, en seguida nos dimos cuenta de que iba a ser muy bueno, pero nunca nos planteamos que llegaría a convertirse en un crack mundial. En aquel momento, nunca habíamos tenido un jugador de esta talla, por eso tampoco hablábamos del tema. Sin embargo, lo que sí teníamos claro era que no queríamos ponerle límites”.
“Es muy difícil saber si un jugador de 18 años va a llegar a ser de los mejores del mundo —comenta Montanier— Con Antoine pasó lo mismo. La calidad es innegable, pero hay que ir superando etapas. Hemos visto muchos jugadores con gran potencial que no han avanzado como deberían y se han quedado por el camino. Es muy difícil de prever”.
Tras su paso por Évreux y Rennes, el jugador se ha labrado una carrera a base de calidad, trabajo y perseverancia. A pesar de los altibajos, todos sus entrenadores reconocen su talento y que se trata de un jugador con un gran futuro por delante, y que quizá vuelva a coronarse campeón del mundo el domingo, aunque en esta ocasión con su club.
“Todos los que le acompañamos en sus inicios estaríamos muy orgullosos de que ganase. Por él mismo, por Francia y por los clubes modestos —concluye Montanier—. Es importante destacar que todo comenzó en el barrio de La Madeleine (Évreux), gracias a los entrenadores que le transmitieron la pasión por el fútbol y las ganas de superarse a sí mismo”.
Si Ousmane Dembélé alza el trofeo en Nueva York Nueva Jersey el domingo, se vivirá una alegría compartida en su Normandía natal y la región de Bretaña.
Con información de la Oficina de Comunicaciones de la Copa Mundial de Clubes de la FIFA 2025